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¿Qué internet?

Articulo de Giancarlo Livraghi gian@gandalf.it
en Web marketing tools – julio 2001

Traducción de María Copani mcopani@sion.com y Pino Laurenza lauren@uni.net


 
 

Según un estudio de Jupiter Media Metrix (ver Conservative intertnet), parece que en los Estados Unidos el 60 por ciento del tiempo de las personas online transcurre en la utilización de productos o servicios de 14 empresas (hace dos años eran 110) y que el 50 por ciento se concentra en cuatro recursos online (AOL, Microsoft, Yahoo, Napster). Como todas las investigaciones y estadísticas, también esta debe ser tomada con un poco de inteligencia. Pero la tendencia a la “concentración” del sistema web es un problema que merece algunas meditaciones.

A primera vista, parece la muerte de la internet. La red es, por su naturaleza, policéntrica; una de sus características principales es su multiplicidad y diversidad. Si todo de verdad se concentrara en pocas manos, ¿qué sucedería con ese mundo en el cual a todos se ofrece una oportunidad de voz, en el cual los “pequeños” pueden competir con los “grandes”? Pero la cosa no es tan simple.

Ante todo, una estadística “general” tiende a sobrevaluar los recursos “genéricos”. No puede relevar un uso intenso de recursos especializados, o en algún modo específicos, por parte de números relativamente pequeños de personas. Por lo tanto la multiplicidad y la diversidad están, pero no son relevadas por este tipo de análisis.

Otra consideración (tan obvia como fundamental) es que la frecuentación de sitios web es sólo una parte de la actividad en la internet – y no necesariamente la más importante.

Pero surge espontánea una pregunta: ¿qué fue de aquel campo abierto, aquel level playing field en el cual todos tienen “igualdad de oportunidades”? En un cierto aspecto, nunca existió. Ningún “campo” es nivelado y homogéneo. Cada uno debe saber elegir el terreno que le es más favorable. Pero el terreno existe; y para casi todos es muy distinto de aquellos grandes espacios indiferenciados en el cual dominan pocos, gigantescos operadores “globales”.

No es una paradoja afirmar que cuanto más los “megasistemas” genéricos se concentran, más se abren posibilidades para infinitos recursos distintos. La competición se vuelve cada vez más difícil para quien busca ubicarse en los territorios más grandes (y aún no hemos visto en pleno los efectos de aquella monstruosa concentración que deriva de la fusión de AOL y Time Warner). Pero este conflicto de paquidermos (¿o dinosaurios?) deja enormes espacios libres para quien se concentra en roles o servicios más precisos, con una identidad más específica y menos diluida.

Si el problema es relevante en todo el mundo, y en particular en los Estados Unidos, lo es aún más en Italia. Nuestros “gigantes” son pigmeos en la competición mundial sobre terrenos “generalistas”. Hay una desmesurada diferencia de recursos, no sólo económicos. Y no es el caso de ilusionarse con que la barrera de la lengua sea una defensa. Italia ya no es la Cenicienta de la red; hoy somos el sexto país del mundo por presencia en la internet (ver la sección dati). Muchos de los grandes sistemas internacionales ya están activos en lengua italiana – y es fácil prever que la presión aumentará. También la comunidad de lengua española es una de las más grandes realidades en la red – y los “gigantes” ya la han invadida.

La imitación y la repetitividad están destinadas a la derrota. Y no podemos olvidar que la fuerza motriz de nuestra economía está en las famosas “pequeñas y medianas empresas” que hasta ahora han desarrollado solo en una mínima parte su capacidad de usar la red. Nuestros recursos son la diversidad, la especialización y la humanidad – o sea la capacidad de administrar relaciones personales. Y creo que también para otros países el camino no sea la imitación de lo que hacen en los USA, sino una valorización de la diversidad. Tendremos tanto más éxito cuanto más sepamos abandonar los terrenos “genéricos”, abandonar las grandes concentraciones “sitiocéntricas” y apuntar hacia la que era, y sigue siendo, la verdadera cultura y estructura de la red. Infinitamente compleja, multiforme y rica de diversidades.



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