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Articulo en Internet News – Deciembre de 1996

 

La red es femenina

(y otros lugares no comunes)

 

 

  Son los usuarios de la Red preferentemente masculinos? Parece que sí. Por más que las estadísticas sean contradictorias y confusas, casi todas concuerdan en estimar que en los Estados Unidos, dos de cada tres personas que se conectan son hombres. En Europa, cinco de cada seis, y en España nueve de cada diez. Pero la situación está cambiando. Donde el fenómeno es más "maduro", la presencia de las mujeres está aumentando. Este año, en los USA – según diferentes estudios – la presencia de la mujer varía entre el 30% y el 40%, y continúa creciendo: nos acercamos a la paridad, incluso podemos sobrepasarla.

Que en España sean aún tan pocas es uno de los síntomas de nuestro retraso. Estoy convencido de que, cuando se haya entendido su verdadero valor, la Red se revelará aún más útil para las mujeres que para los hombres.

El motivo es sencillo. Aunque las desigualdades disminuyen, muchas mujeres siguen obligadas a estar en casa, por motivos obvios, como pueden ser un embarazo o un niño pequeño. Pero también porque sigue recayendo más a menudo sobre las mujeres la obligación de cuidar de la casa, u ocuparse de una persona que, por edad o enfermedad, necesita de una asistencia.

La Red permite a una mujer continuar, aunque sea con un ritmo diferente, su actividad de trabajo, estudio, intercambio cultural o simplemente de relación.

Se podrían hacer discursos más sutiles acerca de la naturaleza "suave", "flexible", "envolvente", no lineal de la Red, o sea, su "femineidad"... Pero sin adentrarnos en análisis filosóficos, pienso que bastan los simples hechos para decirnos que la Red es fémina.

Desgraciadamente, nadie parece ocuparse seriamente de este argumento. Pero, tarde o temprano tendremos que entender, y hacer entender que la Red sirve sobre todo a las mujeres, y una presencia más fuerte por parte de éstas sería un bien para todos.

Otro prejuicio es que la Red sirva sólo a las personas jóvenes. En una reciente conferencia en Milán, Nicolas Negroponte hablaba de un fenómeno nuevo en su país: los viejos. ¿Os imagináis a una señora de 70 años que enseña a una amiga suya de 80 cómo conectarse? ¿Extraño? No. Quien tiene más tiempo libre, una menor facilidad para moverse, espacio para buscar ideas y actividades... quien ha salido, por motivos familiares o de trabajo, de las viejas costumbres... ¿Debe resignarse a mirar la televisión o a jugar a las cartas? ¿O puede buscarse nuevas formas de expresarse y comunicarse?

En una sociedad como la nuestra, donde el número de ancianos continua creciendo, cada vez es más importante ofrecer espacios de participación, de no aislamiento. La Red puede tener un papel fundamental. Entre otras cosas, sirve para superar los prejuicios, para salir de un "ghetto de edad". Un diálogo sin presencia física inmediata hace más fácil descubrir como, a menudo, un anciano tenga una mente o espíritu más joven que el de muchos jóvenes.

Se piensa que es difícil que un anciano pueda aprender cosas nuevas. No es verdad. Muchas personas que hoy son mayores han aprendido en su vida a usar máquinas más complejas y difíciles que un ordenador o un módem. Basta un poco de paciencia, sobre todo el superar el recelo y perplejidad iniciales.

La Red que debemos desear es aquella en la cual todos podamos estar juntos. Los niños, siempre y cuando la informática e Internet entren finalmente en las escuelas, las madres, entre otras cosas, para saber qué hacen sus hijos cuando se conectan, las mujeres en general, y los ancianos, liberados de muchos prejuicios que encarcelan su condición.

¿Utopía? No. Una realidad posible que deberíamos fomentar con todos los medios a nuestro alcance: en primer lugar (y disculpadme si me repito) con la difusión de una cultura más humana y menos alienada a propósito de la telemática.

Y finalmente... los "pobres". La Red, dicen todos, es un privilegio de los países ricos y de las personas ricas. Es un grave error. Saber comunicar y transmitir información es un recurso importantísimo para todo aquel que quiera expandir su horizonte de vida o trabajo: para quien está marginado en nuestra sociedad, o vive en países de un desarrollo tecnológico o industrial más bajo.

Sería también un enriquecimiento para todos nosotros oído más a menudo la voz de culturas diferentes y de personas que viven en condiciones diferentes de las nuestras.

Abrir a estas personas las puertas de la Red no es un sueño. Es una posibilidad real. Probablemente necesitan tecnologías "ligeras". Sobre todo se necesita una revolución de métodos, políticas, intenciones y culturas. Será difícil que venga de arriba, porque los poderes económicos y políticos, las grandes concentraciones de la comunicación o "mass-media", tienen otras cosas en la cabeza. Pero si fuéramos nosotros, pequeños exploradores, pequeñas mentes vagantes en la Red, los que esparcimos la simiente... podrían ocurrir cosas muy interesantes.

 

   
 
Por Giancarlo Livraghi
gian@gandalf.it


Versión castellana de Marco Bellonzi 

marco13@santandersupernet.com

 

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