El tema es ampliado y profundizado en el libro
El poder de la estupidez
(junio 2010)


Kali

El Poder de la Estupidez

Segunda parte


Por Giancarlo Livraghi
gian@gandalf.it
septiembre 1997

Versión al español de Luis Cruz Kuri
abril 1998

available also in English
disponibile anche in italiano

 

 

Después de que han transcurrido quince meses, mi pequeño ensayo sobre estupidez parece estar muy vigente en la red. Todavía estoy recibiendo correos electrónicos desde distintas partes del mundo; y está siendo reproducido en la red, enlazado o citado en muchos lugares. El diálogo resultante me llevó a descubrir a algunas personas muy interesantes así como algunas ubicaciones notables de la red que no conocía.

Las preguntas y comentarios de varias personas me llevaron a pensar un poco más acerca de este intrigante (y aterrador ) tema. Aquí sigue el “humilde resultado” de esas meditaciones.


¿Es “cierta” la definición de Cipolla?

En mis etapas tempranas de aprendizaje, tuve la suficiente fortuna de contar con maestros que establecieron en mí unos cuantos principios, los cuales despues de muchos años aun permanecen firmes en mi mente.

Uno de esos principios filosóficos es el de que no hay tal cosa como una verdad “absoluta” . Una teoría “verdadera” es simplemente la más conveniente bajo las circumstancias: la que mejor explica e interpreta lo que estamos estudiando.

No conozco cual es la mejor definición “absoluta” de estupidez – o aún si existe una que tenga sentido. No sé tampoco de alguna definición realmente efectiva de inteligencia.

La belleza de la definición de Carlo Cipolla sobre la estupidez (y la inteligencia) estriba en el hecho de que no está basada en un concepto abstracto sino en los resultados: una persona o un comportamiento es estúpido o inteligente dependiendo de lo que suceda. Esto tiene dos ventajas. La primera es que define a una persona (y al comportamiento de esa persona) como estúpida (o inteligente) en base a los hechos; o al menos en base a nuestro entendimiento y definición de los hechos. La segunda, y aun de mayor importancia, es que nos conduce a concentrarnos en el factor vital: no la estupidez por si misma sino en los daños que ocasiona.

Pueden haber incontables tipos de comportamiento que son, o parecen, “estúpidos” pero que son inocuos. Estos se acercan a lo neutral en la “coordenadas cartesianas”.

Por ejemplo, el compartir una diversión alocada con los amigos y carcajearse puede parecer “estúpido” a los ajenos, pero en base a los hechos de tal comportamiento es probable que sea clasificado como “inteligente”, en tanto que la alegría compartida por las personas que están divirtiéndose sea más que los inconvenientes o aburrimiento ocasionado a los demás. Generalmente la inteligencia (ventaja práctica) de tal comportamiento queda limitada a un momento de buen humor, pero muy a menudo puede conducir a efectos más relevantes, desencadenado ideas y cooperación en formas que no serían posibles en un ambiente aburrido.

Lo ridículo o “alocado” puede ser notablemente inteligente, en tanto que lo “serio” puede ser bastante estúpido... muy aparte del hecho que el pensamiento innovador sea visto a menudo como “alocado” o ridículo por las gentes que no lo entienden.

Esto nos lleva a un importante tema: la relevancia del pensamiento no lineal (al igual que la emoción y el humor) en todos los procesos mentales y especialmente en la innovación.

Para discutir eso de una manera significativa necesitaría mucho más espacio del que tengo disponible aquí. Permitáseme decir aquí que la distinción de mentes “izquierda” y “derecha” puede ser interesante en los experimentos clínicos, pero debería evitarse en la observación general del comportamiento humano porque la estructura del pensar no es tan simple como eso – y, en cualquier caso, los procesos de percepción y del pensamiento siempre funcionan juntos y son mejormente entendidos como un todo que como la suma de sus partes separadas.


Tres Corolarios

Antes de escribir el primero ensayo sobre la estupidez, desarrollé lo que vino a mi mente como el “Primer Corolario de Livraghi”. Entonces me dí cuenta que no podría llamarlo “primero”, porque solo tenía uno. Pero mi intuición original era correcta... desde entonces descubrí de que hay al menos tres.

Aquí están:

Primer Corolario:

En cada uno de nosotros hay un factor de estupidez,
el cual siempre es más grande de lo que suponemos
.

(Eso lo expliqué en mi artículo original sobre “estupidez”).

Segundo Corolario

Cuando la estupidez de una persona se combina
con la estupidez de otras, el impacto crece
de manera geométrica
– es decir, por multiplicación,
no adición, de los factores individuales de estupidez.

Una idea generalmente aceptada es que “la cantidad de posibles inter-relaciones entre miembros de un grupo de personas aumenta proporcionalmente al cuadrado de la cantidad de miembros”, y parece muy obvio que el mismo criterio se aplica a la combinación de los factores individuales de estupidez. Este puede ayudar a explicar el facto bien conocido que las multitudes como un todo son más estúpidas que un individuo aislado de la multitud.

Tercer Corolario

La combinación de la inteligencia en diferentes personas
es más dificil que la combinación de la estupidez.

La estupidez no tiene cerebro – no necesita pensar, organizarse o planear para generar un efecto combinado. La transferencia y combinación de la inteligencia es un procesomucho más complejo.

Las gentes estúpidas pueden combinarse instantáneamente en un grupo o masa super-estúpida, en tanto que las gentes inteligentes son efectivas como grupo solamente cuando se conocen bien entre sí y tienen experiencia en trabajo de equipo. La creación de grupos bien sintonizados de gentes que compartan la inteligencia puede generar razonablemente poderosas fuerzas anti-estúpidas, pero (a diferencia del aglutinamiento de estupidez) necesitan planeación organizada y actualización; y pueden perder gran parte de su efectividad por la infiltración de gente estúpida o por los brotes inesperados de estupidez en gentes que por lo demás son inteligentes.

En algunas situaciones estos peligros se pueden parcialmente contrarrestar (si no es que totalmente controlarrse) al estar conscientes del problema potencial antes de algo salga mal y tener “inteligencia de respaldo” en el grupo (y en cualquier equipo que se esté usando) para llenar las lagunas y corregir los errores antes de que el daño se vuelva demasiado serio. Cualquier buen marinero de un bote de velas sabe que cosa quiero decir, y así lo sabe cualquier persona que tenga la experiencia de un ambiente donde el proceso de causa-efecto sea crudamente directo y tangible.

Las comunidades con un elevado factor de inteligencia están más propensas a tener un potencial mayor de una supervivencia a largo plazo, pero para que eso sea efectivo debemos evitar los impactos potencialmente devastadores más inmediatos de la estupidez compartida, lo cual (desafortunadamente) puede ocasionar daños substanciales a grandes números de gentes no estúpidas antes de que se auto destruya.

Otro elemento peligroso en la ecuación estriba en que el aparato del poder tiende a colocar “malvados” en la punta de la pirámide y ellos, a su vez, tienden a favorecer y proteger la estupidez y mantener fuera de su camino lo más que puedan la verdadera inteligencia. Esto es, creo, un importante tema por sí mismo. Puede ser que algún día intente hacer comentarios sobre esto. Si lo hago, el título podría ser La Estupidez del Poder.


La estupidez y la biología

En un ambiente biológico básico, el “problema de la estupidez” no existe. El proceso está basado en la producción de un número extremadamente grande de mutantes “tontos”. Solamente muy pocos (los mejor “adaptados”) sobreviven, y eso así es. Desde esa perpectiva, lo que nosotros vemos como una catástrofe es tan solo otra variación en el curso “natural” de los eventos. Los incendios destructivos son entendidos por los botánicos como un paso necesario, de hecho deseable, en la evolución de un bosque. Los millones de criaturas vivientes que sucumban en el proceso podrán estar en desacuerdo, pero su opinión es irrelevante.

En esa perspectiva, las soluciones son simples y muy efectivas. Si hay demasiadas gentes, todo lo que necesitamos es otra plaga (o cualquier mecanismo de masacre que no inerferirá demasiado con el ambiente en su totalidad) que pueda aniquilar el 90 porciento de la población. El 10 porciento de los que sobrevivan, tan pronto como se repongan de la sacudida, encontrarán probablemente aceptable el ambiente resultante. Probablemente tambien sean genéticamente semejantes: compartiendo razgos específicos de apariencia y actitud. Si todos resultaran con cabello verde, o con ojos rosados, y les gustara el clima lluvioso, pronto llegarían a considerar a los individuos (extintos) con cualquier otro color de cabello y ojos, así como a aquellos que les gustara el clima seco y soleado, como bastantes raros e inferiores, y entonces los libros de historia de resistencia a la humedad tratarían a la mayoría de nosotros como a su vez nosotros trataríamos a los neandertales.

La destrucción o esterilización de nuestro planeta, por el poder nuclear (o químico) creado por el hombre o por la colisión con algún meteoro errante, parecería un detalle irrelevante desde una perspectiva cósmica, y si sucediera antes del desarrollo de los viajes espaciales y la colonización en otros mundos, la desaparición de nuestra especie (junto con el resto de la biósfera terrestre) no causarían mucha conmoción aun dentro de nuestra galaxia.

Pero en el ambiente biológico particular donde se establece cierta especie (tal como la nuestra) el sistema está basado en la suposición de que el ambiente puede, y de hecho debe, ser controlado; y que cada individuo en nuestra especie (y en las otras especies que “protegemos” nosotros) debería de ser capaz de vivir más tiempo, y más placenteramente, que lo que podría en un ambiente sin control. Esto requiere de una clase particular de “inteligencia organizada”. Por consiguiente la estupidez, en esta fase y tipo de desarrollo biológico, es extremadamente peligrosa.

Como humanos, eso es algo sobre lo que necesitamos preocuparnos.


La estupidez y el “milenio”

Existen muy pocas cosas en este mundo que puedan predecirse tan precisamente como el fin del Siglo Veinte. Esto ocurrirá exactamente a las 0 horas, 0 minutos, 0 segundos del Primero de enero del año 2001; y contamos con definiciones convencionales suficientemente compartidas como para fijar nuestros relojes y cronómetros en cada una de las zonas de tiempo tan precisamente como se requiera para descorchar una botella de sidra o de champaña o para utilizar un contador sofisticado.

Pero hay un número sorprendentemente grande de gentes que piensan que el milenio terminará a la media noche del 31 de Diciembre de 1999. Cuando, por supuesto, entraremos al “año dos mil”: pero todavía estaremos en el Siglo Veinte a lo largo de un año más. Conozco muchas personas brillantes y bien instruídas que les toma cierto tiempo adaptarse a esa noción. Se rascan sus cabezas y eventualmente, solamente medio convencidos, murmuran algo como humm, puede ser que usted tenga razón, supongo que nunca hubo un Año Cero.

¿Es estúpido?

En base a los hechos, no lo es; porque es improbable que ocasione un daño mayor, y también podría motivarnos a refrescar nuestra aritmética, y podría también llevarnos a una doble celebración. Si eso no ocasiona demasiados accidentes, podría significar que la gente tenga doble diversión, que los comerciantes hagan el doble de dinero ... al final de cuentas, podría resultar inocuo. El problema es: ¿cuantas tonterías se creen sólo porque a menudo repetidas?

Pero ... hay un problema que puede afectarnos al final del año 1999, y es el que se refiere a como se fijan los relojes en los sistemas computarizados.

He escuchado muchos comentarios bastante tontos sobre este tema. Tales como « ja ja ja, mi computadora Mac se ajustará al año 2000 y tu PC no lo hará» – o «¿Porqué tanta alharaca? el reloj de mi computadora puede manejar el número 2000».

Parece casi imposible hacer que la gente se detenga y piense acerca de las implicaciones más amplias que las de su computadora personal. No quiero entrar en los detalles técnicos – ese no es mi campo y se los dejo a los expertos. Podría continuarse con el debate sin terminar; pero el tiempo se está acabando.

En cualquier caso, parece ser que existe mas que suficiene software, tanto en sistemas computarizados enormes como en pequeños pero vitales artefactos, como para que constituyan un problema serio para muchos individuos que nada tienen que ver con las computadoras. Un amigo mío, que es un experto muy competente y brillante en EDP, dice: « Tu cafetera automática, tu reloj despertador y tu videograbadora probablemente no harán berrinches por las fechas; tu computadora personal podrá trabajar bien a través del cambio de siglo como está, con unos cuantos ajustes menores, pero, a pesar de las advertencias de la compañía OTIS, en algunos lugares del mundo usted debería ser cuidadoso cuando tome un elevador el día primero de enero del año 2000».

No creo que nos estemos dirigiendo hacia el juicio final. Supongo que en el próximo par de años se encontrarán soluciones. Pero tan solo piense un poco sobre algo, en un solo sistema o pieza de equipo, que no sea arreglado o probado apropiadamente con anticipación; y suponga que es un control de tráfico aéreo, o un hospital, o la mira automatizada de cierta arma... ¿realmente podemos confiar de todas las personas implicadas, en todos los rincones del planeta, que harán sus tareas adecuadamente?

Tan grande o pequeño como pueda ser el problema... la estupidez estriba es su predicibilidad. El calendario Gregoriano fué establecido hace 415 años; mucho antes de que los artefactos modernos (electrónicos o de cualquier otra índole) fueran concebidos. ¿Como podría alguien, sin importar hace que tiempo, construir una computadora, pieza de software, o cualquier cosa que contuviera un programa de tiempo, hacerlo sin considerar que ciertamente se presentaría un problema si no tuviera la capacidad de manejar dígitos de años más allá del 99? A dos años de la fecha de vencimiento, todavía se continua dudando acerca de como desenrredar esta madeja.

(Ver El milenio en sordina y la burbuja medio desinflada).

Podríamos olvidarnos de la eletrónica y hablar de muchas otras cosas. Por ejemplo de las pensiones de jubilación. En mi país [Italia] los esquemas de pensión están controlados por el gobierno y son obligatorios. Hace algunas décadas era abundantemente claro que la población envejecería y crearía un serio problema. Nadie hizo algo al respecto. Muy al contrario, se hicieron muchas cosas que lo empeoraron: pensiones a temprana edad, favores especiales a personas que ni lo necesitaban ni lo merecian, etecétera. – en una escala monstruosamente grande. Y ahora se están peleando acerca de como arreglar el problema.

Y el medio ambiente, la explosión demográfica, el uso de la energía fósil ... la tonta, rigidez jerárquica de las organizaciones públicas y privadas (incluyendo a las escuelas) en un mundo de creciente turbulencia y complejidad... la “sociedad de la información”, el mundo enlazado por redes informáticas, todos constituyendo potencialmente una poderosa herramienta para los sub-privilegiados, pero conducidos por los “gordos” en la dirección opuesta ...

Los ciegos están conduciendo a los ciegos, la estupidez está desatada en el mundo. Para cualquiera que nos mirara desde el espacio exterior, esto podría ser extremadamente divertido. Pero no sé porqué a mi no me hace reir.




Ver tambien El Poder de la Estupidez, Primera Parte
 
y la tercera parte La Estupidez del Poder


 

 

 
   


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