El poder de la sensatez

Sobre la estupidez humana se han escrito cientos de ensayos. El último que ha llegado a mis manos [El poder de la estupidez] viene firmado por Giancarlo Livraghi, el padre de un hijo adoptivo de éstas nuestras tierras. Pero la lista de rúbricas es interminable: Erasmo, Cipolla, Tabori, Saramago, Marina... Las citas sobre ésta condición humana: infinitas.

Podría parecer, si uno transita estas lecturas, que hay un pensamiento universal que afirma que es la estupidez humana la que domina nuestro mundo. Pero la palabra “dominar” es demasiado ambigua.

Por suerte, hay otras voces, todavía son las menos, que ofrecen otra visión de la condición humana: la sensatez. Libros de última factura: “La revolución de la sensatez”, de Julio César Labaké; o “La hora de los sensatos”, de Leopoldo Abadía. Es de agradecer la convicción de estos autores en que la vocación de la vida no es una invocación al absurdo, producto del azar.

Individualismo, indiferencia, economicismo, irresponsabilidad son algunos de los males que hay que atajar con sentido común. Con la comprensión de que todos y cada uno de nosotros somos responsables de lo que ocurre y que la culpa no es siempre de los demás. Si así fuera, nuestra resignación no haría más que convertirnos en cómplices de ella. La esperanza en nuestra capacidad de discernir debe operar un cambio radical en esta sociedad desencantada. Es tiempo ya de hacer un elogio al poder de la sensatez.

Nuria Abad  

Esta opinón parece contraria, pero estamos de acuerdo
“que todos y cada uno de nosotros somos responsables
de lo que ocurre y que la culpa no es siempre de los demás“.
Sin duda, el crecimiento de la sensatez sería deseable.
El hecho es que para hacerlo hay que entender
cómo podemos reducir el poder de la estupidez. [g.l.]

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