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Los que llegan y los que se van

por Giancarlo Livraghi gian@gandalf.it – 7 diciembre 2000

Traducción de María Copani mcopani@sion.com y Pino Laurenza lauren@uni.net
publicada en Clarín el 27 diciembre 2000


 
 

Un estudio del profesor Steve Woodgar de la Universidad de Oxford, publicado en diciembre de 2000, “revela” que 28 millones de personas en los Estados Unidos, y dos millones en Gran Bretaña, han probado usar la internet y después la han abandonado. No obstante lo autorizada de la fuente, es legítimo tener alguna duda sobre la exactitud de esos números, como sobre cualquier estadística. Pero la noticia no es nueva ni sorprendente.

Siembre hubo una “tasa de abandono” bastante relevante, y era inevitable que aumentara. El incesante fracaso que circunda la red, llena de exageraciones y de falsas promesas, crea expectativas que resultan insatisfechas.

Muchos recién llegados se encuentran “piloteados” hacia contenidos que no corresponden a sus intereses. Usar la red en modo satisfactorio requiere más tiempo, atención y paciencia de cuanta pueda tener quien se asoma solo porque “está de moda” o “se habla tanto de eso”. Muchos sitios web, presentados como la séptima maravilla del mundo, son decepcionantes.

Es justo, razonable y “fisiológico” que muchos den una ojeada y después se vayan. ¿Regresarán? Probablemente. Cuando alguno le ofrezca en la red algo que sea interesante para ellos.

Es cansador repetirlo, pero (con algunas loables excepciones) la calidad de las ofertas online sobre las cuales se habla es decadente. Sobre miles de millones de páginas disponibles, hay seguramente alguna cosa que puede interesar incluso a quien hasta ahora es un decepcionado de la red. Pero increíblemente poco difundida la información que sirve a los “recién llegados”.

No se esperen encontrar todo inmediatamente. Comiencen con las cosas que más les interesan; poco a poco encontrarán su camino. Y no se dejen encantar por las trampas para pájaros. A menudo (como en todas las cosas de la vida) las ofertas más resonantes y deslumbrantes no son las de mayor valor. En cambio estamos inundados de falsas promesas, de inexistentes facilidades, de un “todo e inmediatamente” imposible. Cuando los más estruendosos promotores de la red dejen de decir mentiras, tendremos quizás un flujo menos veloz de nuevos “usuarios” distraídos, pero también menos casos de decepción y abandono.




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