Se puede aprender de las etimologías. Cierto
día, hace algunos años, estaba conversando con
amigos españoles y me conmovió el hecho de
saber que sviluppo en castellano se dice
desarrollo (el verbo desarrollar significa también
desenvolver). Como en inglés development
(y lo mismo en francés). Y como en italiano. Abrir
algo que está enrollado. Este concepto me parece de
actualidad en particular para la internet. La red tiene una
gran necesidad de que la dejen crecer según su
naturaleza, según los deseos y las humanas tendencias
de quien la usa, en su espontánea e infinita multiplicidad.
En cambio persisten los intentos de enrollarla,
de constreñirla en fórmulas y definiciones, de dirigirla,
pilotearla, canalizarla según los intereses de éste o de
aquél, según teorías y doctrinas artificiosas,
según esquemas mecanicistas e irreales. Muchas estrategias,
muchas soluciones, muchas hipótesis que se proponen como
evolución o desarrollo son en realidad lo contrario:
involución, estrechez, retraso.
No hay desarrollo sin libertad. No hay marketing sin mercado.
Si la red no es cultura, humanidad, libre intercambio de ideas
y de relaciones humanas, falta el terreno en el cual sembrar
cualquier intento de empresa o de business.
Este es el motivo por el cual se volvieron áridas
tantas fuentes de presunta abundancia, se desmoronaron tantas
empresas fundadas sobre la arena. Y otras fracasarán
en el intento de sacar ganancias de un frágil juego de
apariencias. Para que se pueda vender seriamente algo (un
producto, un servicio, un recurso) hace falta alguien que
tenga un motivo válido y concreto no sólo para
comprar, sino también para después estar
satisfecho de su elección. Esta elemental verdad
parece olvidada en muchas operaciones de llamado
marketing (no sólo online).
Es verdad, desafortunadamente, que en el mundo de las
tecnologías alguien ha logrado vender una infinidad de
cosas inútiles, de complicaciones fastidiosas, de
falsas y forzadas innovaciones. Y sigue
haciéndolo.
A tal punto que muchas técnicas se convierten en
un obstáculo para todo uso eficiente, natural, humano
de la red. Pero lo importante es entender que mientras estas
distorsiones convienen a algunos, son un daño para
todos los otros. Y son la negación de todo lo que se
puede llamar desarrollo.
La constricción, el esquema, la
centralización... son la muerte de la red. Creo y
espero que sea imposible matarla. Pero más se intenta
deformarla y menos se la entiende.
Debemos dar todos, creo, un paso atrás. Liberarnos
de nuestros esquemas mentales y escuchar mucho más.
Con atención, con curiosidad, con pasión
humana. Entender cuánto de nuevo y de diferente trae
cada persona, descubrir cómo cada idea pueda ayudarnos
a pensar. Constatar cómo se han retorcido, enrollado,
contaminado aquellos servicios que por una exasperada
búsqueda de ganancia inmediata se han deformado hasta
volverse inutilizables, hasta destruir los valores sobre los cuales
se basaba su utilidad o su esperanza de poder ser útiles.
Continúan los atentados a la libertad de
comunicación. Continúan los intentos de
canalizar, pilotear, deformar. Y más aún... no
se puede no hablar de lo que está sucediendo
precisamente en este período. ¿Es verdad que la
horrenda plaga del terrorismo nos obliga a aceptar disgustos
o rigideces a las que no estamos habitados? Sí,
desafortunadamente es cierto. No es razonable oponerse al
hecho de que alguien deba indagar, espiar, controlar,
más de cuanto ocurre en un clima de normalidad.
Pero no es razonable aceptar que esta dramática
situación se convierta en el pretexto para toda suerte
de abusos. No es útil ni necesario, y no es admisible,
que las ya exageradas represiones e invasiones (a menudo al
servicio de intereses privados y de cosas que no tienen nada
que ver con la prevención del crimen) se extiendan sin
control y sin motivo más allá de todo
límite tolerable. No es legítimo y no es
civilizado que para combatir un mal oscuro se deban
sacrificar nuestros derechos.
Es increíble cuán débiles, sumisas,
poco escuchadas son las voces de la libertad. Cuánto
nos vuelven capaces de aceptar todo abuso el miedo y la
confusión. No es el momento de olvidar que sin
libertad no hay sociedad civil, sin libertad no hay mercado,
sin mercado no hay economía, sino sólo
prevaricación de unos pocos intereses ávidos,
miopes y opresivos. Y sin respeto y atención hacia
nuestros interlocutores (sean de opinión o de
mercado), no hay empresa que merezca sobrevivir.
Desarrollar quiere decir soltar, liberar. No atar o constreñir.